Para demostrar esta teoría, el director del estudio, Simeon Tournis junto a su equipo sometieron a diversas evaluaciones a 50 niñas de entre 9 y 13 años que realizaban gimnasia rítmica (26 de ellas eran consideradas como profesionales).
Se midieron el contenido mineral óseo, el volumen de densidad ósea y el grosor de la cubierta externa del hueso, y llegaron a la conclusión que las jóvenes que realizaban gimnasia rítmica en forma profesional e intensiva habían logrado desarrollar en gran medida el grosor cortical y la resistencia de sus huesos.
Respecto a este estudio, Tournis expresó que está comprobado que la práctica de este tipo de gimnasia favorece la salud de los huesos. Además, recalcó que las niñas que realicen esta actividad más allá de la adolescencia pueden evitar gran cantidad de lesiones óseas y enfermedades como la osteoporosis en un futuro.
Sin embargo, los expertos deben seguir con sus estudios, puesto que la práctica de este deporte a largo plazo podría llegar a generar una disminución de la densidad mineral ósea cuando el esqueleto deja de formarse.
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